Chile necesita de su microeconomía para recuperarse post COVID-19

El manejo de incertidumbre, mercados resilientes y promoción de la sustentabilidad son ejes fundamentales de la reactivación a escala local.

La reactivación económica es una de las principales preocupaciones de las autoridades y la sociedad civil hoy a raíz de las consecuencias de la pandemia global por COVID-19.

De hecho, existe un nivel de acuerdo general sobre que los problemas actuales deberían ser considerados como una ventana de oportunidad para construir economías verdes, inclusivas y resilientes en la recuperación post pandemia, en palabras de Cepal.

La mayor parte de la discusión se centra ahora en dar una apropiada respuesta macroeconómica y el gasto fiscal necesario para contrarrestar los efectos negativos de la reducción de la actividad económica. Algunas de estas alternativas y sugerencias se alejan de las respuestas tradicionales, sostienen CIPER Chile y el Colegio Médico, respectivamente.

Sin embargo, desde la perspectiva de Phibrand, la visión de los mercados y la microeconomía en general está ausente de los debates asociados con la reactivación actualmente, tomando en cuenta que son las personas y empresas en territorios específicos quienes deberán orientar sus perspectivas a nuevas oportunidades y nichos de mercado. Por ejemplo, las economías post COVID-19 deberán ajustarse a nuevas realidades vinculadas con el distanciamiento social.

La diversidad como eje de las soluciones

Las conversaciones asociadas con el emprendimiento, incentivos, barreras, diferenciación, competitividad y lineamientos para la acción económica, ámbitos típicos de la microeconomía, deberían ser tan relevantes en la discusión como el financiamiento estructural.

Similar a lo que sucede con la Política Pública sanitaria, las habilidades básicas requeridas de la gobernanza económica para este proceso incluyen el diagnóstico, la articulación y el conocimiento necesario sobre motivaciones económicas para la promoción de nuevos mercados y nuevas estrategias competitivas.

En este ámbito, el rol del Estado, las organizaciones público-privadas y los entes intermediarios debe apuntar a recolectar y poner a disposición información para reducir incertidumbre y promover la articulación de visiones de futuro conjuntas a nivel local y regional.

Construir en la realidad de los territorios mercados más resilientes y sustentables implica diagnosticar con claridad las capacidades y estructuras productivas actuales, y construir hojas de ruta que permitan planificar y reducir la incertidumbre de quienes son llamados a ejecutar ser parte del proceso. En este sentido, el apoyo en el corto plazo a quienes necesitan la ayuda para superar la crisis de la pandemia no debe excluir al pensamiento estratégico de la gobernanza de la economía; los gobiernos locales los llamados a trabajar en diagnósticos certeros y futuros esperanzadores.

En este sentido, la inclusión de perspectivas diversas es un eje primordial para mercados verdaderamente resilientes. La resiliencia es una característica que nuestros mercados locales dejaron de lado por sobre consideraciones como la eficiencia, la productividad y la maximización de utilidades. Solo a través del aumento de las variables relevantes para la generación de negocios, incluyendo el respeto y cuidado del medio ambiente, podremos convertir esta crisis en una verdadera oportunidad transformadora. Para esto, promover la articulación de futuros diversos, incluyendo personas y variables tradicionalmente ajenas al mundo de la economía, permitirá construir alternativas inclusivas y flexibles frente a potenciales amenazas.

Finalmente, comprender las motivaciones económicas de los individuos y emprendedores permitirá establecer estrategias efectivas para la reducción de incertidumbre y definirá los alcances reales de las posibles transformaciones esperadas en el tejido económico. Cuando hablamos sobre las motivaciones económicas, nos referimos concretamente a la necesidad, tanto de empresas como de empresarios, tanto de la pequeña economía local como para grandes corporaciones o industrias, de ser competitivos y rentables. Sin embargo, esta vez debe ser bajo nuevas circunstancias y valorizaciones del mercado.

La empatía como punto de partida

Uno de los grandes puntos ciegos de la política pública económica es construir estrategias, asumiendo comportamientos de los individuos y empresas sin considerar los contextos específicos en los que operan. Para fortalecer las economías locales se requiere de mejores modelos sobre la acción económica de los individuos y personas, y establecer incentivos y herramientas basadas en ellos.

Una mirada microeconómica que complemente las discusiones de nivel estructural es de suma urgencia en la generación de políticas públicas económicas. Es probablemente la única manera de asegurar un esfuerzo colectivo que permita resistir y superar las crisis potenciales derivadas de la pandemia y construir economías locales valiosas y resilientes para todos.

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